1. Siempre me gustó, además de contar, enseñar los chistes, para que cada uno los cuente a su manera. Pensé que podríamos decir que todos los chistes son cosas que le pasaron a un personaje, lo bauticé "Totó", y ustedes lo van conociendo a través de las cosas que hace o se le ocurren. O sea que éstos son chistes para leer, reírse, contar y hacer reír.
2. Un chiste encerrado en un libro no es tan lindo como uno que va "circulando" de persona en persona. Por alguna razón, cuando nos cuentan un chiste, nos gusta contarlo ni bien podemos. Hay una felicidad que es oír un buen chiste nuevo y otra muy grande que es sorprender con un buen chiste nuevo.
3. La verdadera sorpresa la causa un chiste cuando es nuevo, por eso conviene preguntarle a la gente si ya los saben (¿saben ése de…?). Para eso podemos dar algún detalle del chiste ¡pero nunca el final! Si preguntamos diciendo el final, se arruina el chiste, porque todos se darán cuenta de cómo termina, antes de que hayamos acabado.
4. Si bien lo mejor es contar chistes nuevos, hay algunos chistes que son los "favoritos" y por eso los contamos, casi, mejor que nadie. Entonces puede ocurrir que en una reunión en que la mayoría ya se sabe nuestro chiste "favorito", de todas maneras nos pidan que lo contemos, porque todos disfrutan otra vez junto con la risa de los que no lo conocían.
5. Aún cuando tengamos nuestro chiste "favorito", es mejor que ése no sea el único que sabemos. En cada espectáculo yo cuento varios chistes. Eso me obliga a encontrar muchos chistes que me gusten. A veces me pasa que de cien chistes que leo, sólo uno me gusta, entonces le dedico bastante tiempo a buscar, oír, leer y escribir chistes.
6. ¿Dónde encontramos los chistes? En los libros de humor, en las revistas, en cosas que dice la gente al pasar. Pero creo que los mejores chistes son los que nos cuentan ¿qué pasa cuando alguien cuenta un chiste? Ocurre que lo interpreta. Durante el pequeño momento del chiste, actúa. Cuando uno cuenta un chiste escribiéndolo también se interpreta (porque hay que elegir cómo contarlo), pero menos que cuando se lo cuenta en voz alta.
7. Interpretar un chiste es elegir cómo contarlo. Qué partes las vamos a decir así nomás, rápido; qué partes las vamos a decir con detalles; qué voces elegimos para los personajes; cómo nos movemos; dónde hacemos una pausa; dónde aceleramos. Esto no quiere decir que cuando uno cuenta un chiste está pensando todas estas cosas; no, todo esto se hace intuitivamente, sin darse cuenta.
8. Varios de los chistes que aparecene en la página los conté en distintos países (en Argentina, en Cuba, Chile, Estados Unidos, México). Aquí los escribí para que, al ser leídos, se entiendan, pero cuando ustedes los aprendan y se los cuenten a otras personas, pueden agregarles o quitarles cosas.
9. Un mismo chiste se puede hacer más largo o más corto, según cómo elijamos contarlo. Si lo hacemos corto no debemos acortarlo tanto que no se entienda, y si lo alargamos debemos cuidarnos de que la gente no se aburra. Un error muy común al contar un chiste es irse en detalles que no tienen importancia, tanto podrían estar como no estar, que en nada cambiaría el chiste.
10. Debemos contar lo suficiente como para que el chiste se entienda, pero sólo eso. Cuando nos damos cuenta que ya nos entendieron, debemos seguir adelante. Puede ser un poco aburrido que, al contar un chiste, alguien siga dando detalles, ejemplos o explicaciones de algo que ya todos entendieron.
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